Desde que comenzó la cuarentena dictada por el Gobierno Argentino debido a la pandemia por el Coronavirus, los colegios cerraron sus puertas y la enseñanza dejó de ser presencial para los alumnos. Si bien se dispuso que la misma se comience a realizar mediante plataformas virtuales, videollamadas con aplicaciones como ZOOM o Goggle Classroom, la realidad es otra.
Pasaron ya más de 30 días de cuarentena y no son pocos los colegios privados y los privados con subvención estatal que, lejos de intentar adptarse a la nueva realidad mundial, no están realmente enseñando a los alumnos. Sin embargo, el pago de cuotas sigue en curso e incluso, muchas instituciones ni siquiera han hecho rebajas en los aranceles. Está claro que muchos conceptos que antes se cobraban, hoy no funcionan o lo hacen mínimamente, pero los establecimientos igual no han hecho rebaja significativa en el monto de sus aranceles.
Para empeorar el «panorama», los docentes no están cumpliendo como deberían con las clases virtuales. Algunos simplemente envían mails con tareas que los chicos deben realizar, sin explicación alguna. Otros, envían links de sitios como Youtube, que son de terceras personas (ni siquera hechos por ellos mismos). Todo esto es para «simular una enseñanza», que, obviamente, es inexistente.
Son pocos los maestros y profesores que utilizan herramientas virtuales y, si bien muchos desconocen el uso de la implementación de las nuevas tecnologías, otros docentes simplemente no tienen ganas, les falta voluntad o se niegan a aprender las mismas. Los colegios, los directivos y los profesores o maestros no han sabido pasar a un modelo virtual. Algunos creen que es lo mismo a dar clases frente a una cámara y otros que se trata de sobrecargar a los niños de trabajos en casa.
Con toda esta situación (y muchos detalles más), los padres que envían a sus hijos a colegios privados (sean o no subvencionados), están realmente enojados. No es para menos. Sus hijos no aprenden nada pero deben seguir pagando la cuota mensual. La tensión entre los papás y las instituciones privadas está creciendo y podría explotar si las autoridades no llegan a intervenir. No hay acuerdo sobre la exoneración de cuotas y no se están desarrollando las clases.
Si bien existen mesas técnicas de planificación curricular y de soluciones económicas, la velocidad de las mesas es extremadamente lenta en compraraciíon con las necesidades de las familias. Se está pidiendo demasido a los padres y a las familias sin tener en cuenta muchas variables.
De todas las instituciones educativas privadas (con y sin subvención), son muy pocas las que han logrado reducir las cuotas y armar el dictado de clases via internet. En el resto, no sólo no existe reducción de aranceles, sino que tampoco están llevando adelante plataforma digital alguna para asegurar la continuación de las clases. Hay colegios que sólo dan tarea por mail, otros que (con suerte) dan una clase por videollamada dos veces por semana. Los padres podrían aceptar una exoneración si fuera que la contraprestación estuviera en forma, pero esto depende de cada uno de los establecimientos educativos, de las ganas que tenga cada institución por realmente «enseñar».
En estas condiciones, los padres piden una reducción del 50% de las cuotas y que los docentes tengan 15 dias de capacitación para poder implementar plataformas virtuales. Con estas exigencias, ya están empezando a surgir «paros virtuales» en diversos colegios.
Debido a la pandemia del Coronavirtua muchos establecimientos educativos han quedado «expuestos». Hoy se confirma que son solamente empresas que buscan solamente lucrar, que no quieren perder sus ganancias, pero que tampoco quieren invertir en tecnología y capacitación para su plantel docente. El aprendizaje, la enseñanza, la vocación, en definitiva, la educación de las nuevas generaciones, queda relegada en un segundo plano, o directamente, hay una indiferencia absoluta que termina generando bronca, impotencia y mucha vergüenza.