Se suele decir y, pensar, que cuanto antes los chicos se escolaricen en el nivel inicial (jardín de infantes), mejor les estará yendo luego en la escuela primaria. Entre las ventajas que se suelen nombrar están : que no abandonarán los estudios, que sur rendimiento será mucho mejor, que se estarán graduando en tiempo y forma.
Sin embargo, en el nivel socioeconómico más bajo esto no se ve reflejado de la misma manera. El jardín de infantes no es suficiente para compensar todas las desigualdades existentes en el país, como ser: déficit alimenticio, de vivienda, salud, incluso de motivación. Frente a las múltiples privaciones que afectan a los chicos más pobres, los datos de APRENDER indican que la asistencia al nivel inicial no alcanza para que los niños más humildes mejoren significativamente su desempeño en Lengua y Matemática tanto en primaria como en la secundaria.
Los datos surgen del informe «El jardín de infantes no puede solo», del Observatorio Argentinos por la Educación. Allí se observa la asociación entre los niveles de aprendizaje de Matemática y Lengua en primaria y secundaria, y la asistencia o no al jardín de infantes. Esa asociación positiva se ve de manera clara para los chicos de nivel socioeconómico alto, pero no se verifica para los chicos de NSE bajo. Según las hipótesis planteadas por el informe, esa diferencia tiene que ver con las dificultades del jardín para compensar por sí mismo las múltiples privaciones a las que se ve expuesta la infancia en la Argentina.
Pero también podría explicarse por una diferencia en la calidad de la oferta de nivel inicial a la que acceden los niños según su nivel socioeconómico. En los NSE medios y altos es mayor la correlación entre asistencia al jardín y aprendizaje en primaria y secundaria. Esto ocurre porque, por ejemplo, las cruciales prácticas de desarrollo infantil (nutrición y estimulación) pueden ser de mayor calidad. Y, también puede estar ocurriendo que los jardines a los que asisten los chicos de menor NSE sean, en promedio, de inferior calidad, y no lleguen a compensar las diferencias de prácticas de desarrollo infantil entre uno y otro.
Adelantar la escolarización a edades tempranas no resuelve necesariamente los problemas de calidad en primaria y secundaria. El nivel inicial potencia en los chicos el capital cultural de sus familias solo si la oferta es de alta calidad, y solo en ese caso sí se advierten mejoras en los sectores sociales más vulnerables. La inclusión de los más pequeños no garantiza en sí misma buenos resultados en los futuros aprendizajes. La calidad, garantizada por los proyectos institucionales, la profesionalidad docente y la estrategia pedagógica, importa tanto como la inclusión.
La cantidad de alumnos con buenos desempeños es incluso mayor entre quienes no fueron al jardín (57,3%) que entre quienes fueron desde los 4 años (52,8%). En el nivel Secundario tampoco se dan grandes variaciones de desempeño entre quienes no asistieron al jardín y quienes sí lo hicieron. Esa correlación sí se verifica para los chicos de NSE alto: entre ellos, solo el 15,5% de quienes no asistieron al jardín logra buenos desempeños, mientras que la cifra es más del doble (39,0%) para aquellos que asistieron desde sala de 3 o antes.
El informe no analizó relaciones de causalidad, sino sólo correlaciones simples. Las instituciones educativas transmiten también muchos otros saberes que las pruebas estandarizadas como APRENDER no captan: hábitos personales, relaciones grupales, capacidad de ponerse en el lugar de otro, construcción de categorías témporo-espaciales, identidades locales y nacionales, conocimiento de reglas y límites, disfrute lúdico, etc. En otras palabras, los bajos aprendizajes de Lengua y Matemática de muchos chicos pobres que concurrieron al jardín de infantes no implican que la asistencia de esos chicos al nivel inicial no tenga otros efectos positivos.